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ATOPÍA

La atopía se considera un trastorno de la piel. Es una enfermedad de tipo inflamatorio. Es decir, que está causada por una alteración de nuestro sistema inmunitario. En concreto, el sistema inmunitario de las personas con atopia reacciona de forma exagerada ante agentes externos que de por si no son agresivos para personas que no padecen de atopia, y además tienen alterada la función barrera de la piel. Recordemos que la piel es el órgano que nos protege del exterior y de las agresiones externas. Por eso hablamos de barrera. Si se ve alterada su función, aumentan las probabilidades de sufrir anomalías en la piel.
La atopia suele ser muy común en los niños (sobre todo en lactantes debido a que su sistema inmunitario está menos desarrollado), pero también pueden desarrollarla adolescentes y personas adultas. Lo más habitual es que, conforme los niños que la padecen vayan creciendo, el trastorno vaya perdiendo intensidad, hasta desaparecer.
La atopia no es una enfermedad contagiosa, con lo cual podemos estar tranquilos porque no se van a contagiar el resto de familiares que no la padezcan, ni entre los compañeros en el cole.
La atopia es una enfermedad incomoda por las molestias que generan los picores e irritaciones que se producen por el rascado, pero totalmente benigna.

Esta enfermedad no tiene un origen concreto, pueden influir en su aparición múltiples factores y se cree que el más importante es la predisposición genética (si los padres sufren de atopia, rinitis alérgica o asma, sus hijos tienen mayor predisposición a sufrirla).

¿Es lo mismo la atopia y la dermatitis atópica?

Cuando hablamos de atopia nos viene a la mente la dermatitis atópica. Todos tenemos cerca a un familiar o amigo (si no somos nosotros mismos) que sufre las molestas manifestaciones de esta dermatitis: inflamación de la piel de determinadas partes del cuerpo, picores e irritación.

Pero la atopia no es solo dermatitis atópica. La primera es la enfermedad y la dermatitis atópica es una consecuencia de esta enfermedad, pero no es la única, hay otras más.

Una persona con atopia puede desarrollar otros síntomas al entrar en contacto con diferentes agentes ambientales; como síntomas respiratorios (asma) y síntomas oculares y nasales (conjuntivitis y rinitis).

Los síntomas propios de la dermatitis atópica son variados; Sequedad, prurito (se considera el síntoma principal), inflamación (hinchazón y rojeces), eczemas y picor. Además, existe un riesgo de sobreinfección de la piel (sobre todo en niños) por las lesiones que se producen con el rascado. La localización de las lesiones puede variar en función de la edad, pero en general podemos decir que las zonas más propensas para que aparezcan son: el cuero cabelludo, las mejillas, partes externas de las extremidades, pliegues de las articulaciones, dorso de las manos y los pies.

Consulta S/50.00.